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CONTROL IMPULSOS
Tratamiento psicológico encaminado a conseguir un control de los impulsos detectándolos y canalizando la pulsión a formas más adaptadas de respuesta
TRASTORNO POR FALTA DE CONTROL DE IMPULSOS
CLASIFICACIÓN TRASTORNOS CONTROL DE IMPULSOS DSM 5
El DSM-5 incluye entre los TRASTORNOS DISRUPTIVOS, DEL CONTROL DE IMPULSOS Y DE LA CONDUCTA:
- Trastorno Negativista Desafiante
- Trastorno Explosivo Intermitente
- Trastorno de la Conducta
- Trastorno de Personalidad Antisocial
- Piromanía
- Cleptomanía
La característica central de estos trastornos es la dificultad para resistir un impulso o motivación o una tentación de llevar a cabo un acto perjudicial para la persona o para los demás.
El individuo siente de forma previa una tensión o activación interna antes de cometer el acto, experimentando sensaciones de alivio, gratificación o liberación cuando la lleva a cabo. Posteriormente puede sentir arrepentimiento, pero esto no sucede en todos los casos.
En la nueva clasificación se observa la inclusión de trastornos de inicio en la infancia y en la adolescencia.
Existen otros trastornos relacionados con la falta de control de impulsos (podríamos hablar de adicciones, trastornos de alimentación, agresividad, juego patológico, etc) pero que no los recoge el Manual Diagnóstico DSM-5 en este apartado.
El individuo siente de forma previa una tensión o activación interna antes de cometer el acto, experimentando sensaciones de alivio, gratificación o liberación cuando la lleva a cabo. Posteriormente puede sentir arrepentimiento, pero esto no sucede en todos los casos.
En la nueva clasificación se observa la inclusión de trastornos de inicio en la infancia y en la adolescencia.
Existen otros trastornos relacionados con la falta de control de impulsos (podríamos hablar de adicciones, trastornos de alimentación, agresividad, juego patológico, etc) pero que no los recoge el Manual Diagnóstico DSM-5 en este apartado.
QUÉ ES EL AUTOCONTROL
El autocontrol es una habilidad entrenable que conforma un continuo a lo largo del cual puede situarse cualquier persona. La manifestación de autocontrol no es otra cosa que el resultado del conocimiento que el sujeto tiene acerca de las relaciones funcionales que controlan su comportamiento, de forma que un aumento de dicho conocimiento les llevaría a un incremento del autocontrol.
De esta forma el autocontrol es una habilidad susceptible de aprendizaje que englobaría cualquier conducta controlada exclusivamente por variables autogeneradas (físicas, sociales o cognitivas) que trate de alterar la posibilidad de ocurrencia de otra conducta cuyas consecuencias, en algún momento, podrían resultar aversivas para el sujeto.
Una persona muestra autocontrol cuando en ausencia de imposiciones externas inmediatas, lleva a cabo una conducta cuya probabilidad es menor que otras conductas disponibles en su repertorio. Hay que destacar que las variables que en último término van a determinar la puesta en marcha de estrategias de autocontrol son las consecuencias aversivas que a corto o largo plazo tienen las respuestas objeto de control a pesar de sus inmediatos efectos positivos.
De esta forma el autocontrol es una habilidad susceptible de aprendizaje que englobaría cualquier conducta controlada exclusivamente por variables autogeneradas (físicas, sociales o cognitivas) que trate de alterar la posibilidad de ocurrencia de otra conducta cuyas consecuencias, en algún momento, podrían resultar aversivas para el sujeto.
FASES DEL ENTRENAMIENTO EN AUTOCONTROL
1. Auto-observación
Para poder intervenir en una conducta lo primero que debe saber el sujeto es detectarla, darse cuenta de su ocurrencia.
2. Establecimiento de objetivos
El paciente habrá de decidir qué nivel de control quiere alcanzar sobre la respuesta conflictiva (por ejemplo: dejar de fumar en determinadas ocasiones, sólo en momentos puntuales)
3. Entrenamiento en técnicas concretas y establecimiento de criterios de ejecución
En esta fase en función de los objetivos establecidos y de los datos obtenidos por medio de la autobservación se deciden las técnicas concretas de autocontrol que serán entrenadas.
4. Aplicación de las técnicas en el contexto real
Una vez llevado a cabo el entrenamiento en la consulta, se pasa a la puesta en práctica de lo aprendido en la vida diaria. Los pass que el sujeto ha de seguir para enfrentarse a una situación real son:
- auto-observación: identificación de la situación problema
- aplicación de la técnica adecuada a la situación
- autoevaluación
-autorrefuerzo o autocastigo
- autocorrección
- revisión de las aplicaciones con el terapeuta
TRATAMIENTO HABITOS NERVIOSOS
Los siguientes procedimientos constituyen los pilares del Tratamiento de hábitos nerviosos, Azrin, 1987
Motivación: Se ayuda al exámen y la comprensión acabada de los inconvenientes y dificultades que el hábito produce.
Conciencia: Como el hábito es prácticamente automático es preciso que el paciente sea sensible a los detalles y hábitos secundarios; generar consciencia implica conocer la especificidad de la conducta que va a modificarse.
Reacción de competencia: Es aquella que permite el control del hábito, consiste en el aprendizaje de una conducta incompatible con él.
Reacción correctiva: Se trata de la conducta que puede neutralizar el hábito mientras ocurre.
Reacción preventiva: El paciente realiza la reacción incompatible con el hábito cuando ya puede reconocer el impulso, se impide que el hábito sea iniciado venciendo la tentación de ejercerlo.
Comportamiento asociado: Este procedimiento permite reconocer aquellas conductas que están enlazadas al hábito pudiendo evitarlas (tocar una hebilla por ejemplo).
Situaciones que tienden al hábito: La toma de conciencia posibilita que muchas situaciones sean asumidas como “de riesgo”, practicándose en ellas la reacción de competencia sin ser sorprendidos por el hábito (hablar por teléfono, estudiar, ver TV, etc.)-. Varían en cada paciente, damos con ellas a partir de la evaluación en la primer fase de trabajo.
Entrenamiento en relajación: El paciente ejercita métodos de relajación para disipar su ansiedad cuando se siente nervioso o en situaciones proclives al hábito.
Apoyo social: El armado de un red social afectiva, por pequeña que sea, ayuda a cobrar conciencia del hábito, a no realizarlo, y a sentir más gratificación cuando este es eliminado por completo.
Práctica: Las distintas técnicas se ensayan hasta que se tornan automáticas.
Ensayo simbólico: La práctica imaginaria de distintas situaciones permite el afrontamiento del hábito con mayor eficacia.
Exhibición de la mejoría: Luego del proceso terapéutico se buscan distintas situaciones/actividades que antes se han evitado, se expone al paciente a ellas en forma deliberada para reforzar los logros e interiorizar los cambios.
Registro: Se llevará un registro diario donde sea medida la frecuencia del hábito y consten los progresos.
Motivación: Se ayuda al exámen y la comprensión acabada de los inconvenientes y dificultades que el hábito produce.
Conciencia: Como el hábito es prácticamente automático es preciso que el paciente sea sensible a los detalles y hábitos secundarios; generar consciencia implica conocer la especificidad de la conducta que va a modificarse.
Reacción de competencia: Es aquella que permite el control del hábito, consiste en el aprendizaje de una conducta incompatible con él.
Reacción correctiva: Se trata de la conducta que puede neutralizar el hábito mientras ocurre.
Reacción preventiva: El paciente realiza la reacción incompatible con el hábito cuando ya puede reconocer el impulso, se impide que el hábito sea iniciado venciendo la tentación de ejercerlo.
Comportamiento asociado: Este procedimiento permite reconocer aquellas conductas que están enlazadas al hábito pudiendo evitarlas (tocar una hebilla por ejemplo).
Situaciones que tienden al hábito: La toma de conciencia posibilita que muchas situaciones sean asumidas como “de riesgo”, practicándose en ellas la reacción de competencia sin ser sorprendidos por el hábito (hablar por teléfono, estudiar, ver TV, etc.)-. Varían en cada paciente, damos con ellas a partir de la evaluación en la primer fase de trabajo.
Entrenamiento en relajación: El paciente ejercita métodos de relajación para disipar su ansiedad cuando se siente nervioso o en situaciones proclives al hábito.
Apoyo social: El armado de un red social afectiva, por pequeña que sea, ayuda a cobrar conciencia del hábito, a no realizarlo, y a sentir más gratificación cuando este es eliminado por completo.
Práctica: Las distintas técnicas se ensayan hasta que se tornan automáticas.
Ensayo simbólico: La práctica imaginaria de distintas situaciones permite el afrontamiento del hábito con mayor eficacia.
Exhibición de la mejoría: Luego del proceso terapéutico se buscan distintas situaciones/actividades que antes se han evitado, se expone al paciente a ellas en forma deliberada para reforzar los logros e interiorizar los cambios.
Registro: Se llevará un registro diario donde sea medida la frecuencia del hábito y consten los progresos.
CLEPTOMANÍA
En la actualidad se conoce que aproximadamente el 5% de las denuncias realizadas por robos, sobre todo por parte de mujeres, corresponden a personas enfermas que experimentan una gran ansiedad antes de realizar el hurto. Lo curioso es que después del robo se sienten tan culpables que casi siempre terminan devolviendo el objeto robado.
La prevalencia de cleptomanía no puede precisarse con exactitud pero se estima que aproximadamente 6 personas de cada 1000 experimentan en algún momento de su vida esta compulsión. Se afirma que en los Estados Unidos la cifra de cleptómanos asciende a 1.2 millones de personas.
La cleptomanía está considerada como un trastorno del control de los impulsos y surge como consecuencia de un malestar generalizado que generalmente se vincula a estados de depresión y ansiedad. Se afirma que las emociones negativas que se vivencian antes del hurto son tan fuertes que la persona siente la necesidad de robar para poder calmarlas. En este momento la tensión es tan alta que resulta incontrolable, si bien la persona tiene conciencia en todo momento del acto que está realizando.
En esencia sería un mecanismo bastante similar al de la compra compulsiva o las adicciones. Cuando el cleptómano roba el objeto, inmediatamente experimenta un alivio de la tensión, si bien posteriormente puede experimentar grandes sentimientos de culpa y remordimientos.
Generalmente la cleptomanía afecta al género femenino y a personas que se dejan llevar por sus emociones. Cuando se atraviesa por un momento particularmente estresante, los impulsos cleptómanos suelen ser más fuertes. De la misma forma, estos impulsos se intensifican cuando la persona se encuentra en una situación donde puede hurtar algún objeto.
Existen básicamente tres tipos de cleptomanía. En primer lugar hallamos aquella que se realiza de manera esporádica donde existen largos intervalos de tiempo entre un robo y otro. También existe la cleptomanía episódica, en cuyo caso los robos son más frecuentes pero existen periodos de remisión y, finalmente, puede mencionarse la cleptomanía crónica, que fluctúa a lo largo de la vida pero los episodios de robo son bastante frecuentes hasta el punto que constituyen un problema para la persona.
El tratamiento de la cleptomanía puede ser farmacológico y/o comportamental. En muchas ocasiones se suministran antidepresivos en aras de regular los niveles de serotonina. Una técnica psicológica muy interesante que suele aplicarse con excelentes resultados es la destrucción de los objetos robados. De esta forma la persona rompe simbólicamente con esta etapa de su vida e inicia un nuevo camino.
También se aconseja que las personas compartan sus experiencias, pensamientos y sensaciones con alguien de confianza que incluso puede actuar como “vigilante” para prevenir futuros robos. Por último, se recomienda que la persona busque sensaciones positivas en otras actividades como practicar deporte o emprender algún hobby. De hecho, se afirma que el mayor antídoto para las conductas compulsivas es vivir emociones positivas intensas que brinden la sensación de plenitud ya que así mejora el estado de ánimo y desaparece la necesidad de cometer pequeños hurtos.
La prevalencia de cleptomanía no puede precisarse con exactitud pero se estima que aproximadamente 6 personas de cada 1000 experimentan en algún momento de su vida esta compulsión. Se afirma que en los Estados Unidos la cifra de cleptómanos asciende a 1.2 millones de personas.
La cleptomanía está considerada como un trastorno del control de los impulsos y surge como consecuencia de un malestar generalizado que generalmente se vincula a estados de depresión y ansiedad. Se afirma que las emociones negativas que se vivencian antes del hurto son tan fuertes que la persona siente la necesidad de robar para poder calmarlas. En este momento la tensión es tan alta que resulta incontrolable, si bien la persona tiene conciencia en todo momento del acto que está realizando.
En esencia sería un mecanismo bastante similar al de la compra compulsiva o las adicciones. Cuando el cleptómano roba el objeto, inmediatamente experimenta un alivio de la tensión, si bien posteriormente puede experimentar grandes sentimientos de culpa y remordimientos.
Generalmente la cleptomanía afecta al género femenino y a personas que se dejan llevar por sus emociones. Cuando se atraviesa por un momento particularmente estresante, los impulsos cleptómanos suelen ser más fuertes. De la misma forma, estos impulsos se intensifican cuando la persona se encuentra en una situación donde puede hurtar algún objeto.
Existen básicamente tres tipos de cleptomanía. En primer lugar hallamos aquella que se realiza de manera esporádica donde existen largos intervalos de tiempo entre un robo y otro. También existe la cleptomanía episódica, en cuyo caso los robos son más frecuentes pero existen periodos de remisión y, finalmente, puede mencionarse la cleptomanía crónica, que fluctúa a lo largo de la vida pero los episodios de robo son bastante frecuentes hasta el punto que constituyen un problema para la persona.
El tratamiento de la cleptomanía puede ser farmacológico y/o comportamental. En muchas ocasiones se suministran antidepresivos en aras de regular los niveles de serotonina. Una técnica psicológica muy interesante que suele aplicarse con excelentes resultados es la destrucción de los objetos robados. De esta forma la persona rompe simbólicamente con esta etapa de su vida e inicia un nuevo camino.
También se aconseja que las personas compartan sus experiencias, pensamientos y sensaciones con alguien de confianza que incluso puede actuar como “vigilante” para prevenir futuros robos. Por último, se recomienda que la persona busque sensaciones positivas en otras actividades como practicar deporte o emprender algún hobby. De hecho, se afirma que el mayor antídoto para las conductas compulsivas es vivir emociones positivas intensas que brinden la sensación de plenitud ya que así mejora el estado de ánimo y desaparece la necesidad de cometer pequeños hurtos.
TRICOTILOMANÍA
CARACTERÍSTICAS DE LA TRICOTILOMANÍA
Hay por supuesto otras causas de caída del pelo, normalmente médicas (dermatológicas). Estas causas médicas han de ser descartadas para poder confirmar un diagnóstico fiable y válido.
DESORDEN Y ACTIVIDADES ASOCIADAS
Las actividades asociadas incluyen el examinar el pelo, moverlo entre los dedos e incluso en algunas personas no solo morder la raíz sino comerlo y tragarlo (tricofagia).Las personas con Tricotilomanía pueden a veces presentar otros problemas psicológicos como depresión o ansiedad. También se da en personas con retraso mental.
Se encuentran cambios histológicos. Ejemplos de biopsia pueden revelar pelos cortos y rotos. Los exámenes histológicos manifiestan folículos dañados que inflamarán las áreas dañadas.
Cuando la cabeza es el sitio de donde se tira, las zonas más comunes suelen ser en la corona y parietal. En caso de ser muy compulsivo el tirar, el pelo de ciertas parte del cuerpo como las cejas y las pestañas puede desparecer totalmente.
Las personas pueden tener serios problemas cuando tiran todo su pelo y presentar dolor abdominal como resultado de comer y tragarlo.
CULTURA, EDAD Y GÉNERO
La ratio en niños y niñas es de 1:1. En adultos la mayor incidencia es en la mujer, de entre 5-10 mujeres por cada hombre. El inicio en la infancia es alrededor de los cinco años aunque también es importante el inicio en la preadolescencia. En el caso de su cronificación las áreas afectadas pueden variar a lo largo del tiempo.PREVALENCIA
La Tricotilomanía ha sido una gran desconocida, ahora se cree que ocurre con mayor frecuencia. Recientes descubrimientos de ejemplos de colegios sugieren que 1%-2% de estudiantes tendrán historia de Tricotilomanía a lo largo de su vida.CURSO
Algunos niños con Tricotilomanía solucionan sus síntomas. En adultos el curso puede ser crónico o episódico.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
• Tritocilomanía como síndrome.• Desorden Obsesivo Compulsivo.
• Sindrome de Tourette.
• Trastornos Profundos del Desarrollo (Autismo infantil)
• Estereotipias
• Sindrome de Munchausen.
COMORBILIDAD
• Depresión• Ansiedad generalizada
• Trastorno Obsesivo Compulsivo OCD
• Trastornos de Personalidad
TRATAMIENTO
1. Modificación de conducta: reforzamiento positivo/negativo2. Medicacion
La tricotilomanía está dentro de los trastornos clasificados como de control de los impulsos y que no están en otros apartados como el trastorno explosivo intermitente, la piromanía o la cleptomanía .
TÉCNICAS PARA EL CONTROL DE LA IRA
TÉCNICA DE CONTROL DE LA IRA DE NOVACO (1975)
Mantener una orientación hacia la tarea antes que hacia la provocación y centrarse en uno mismo ayudará a disminuir el arousal de ira ante la provocación. En ocasiones, se percibe un incidente como un desafío o enfrentamiento, lo que lleva a la persona a tomar decisiones en una dirección agresiva o defensiva, mientras que si se tiende a focalizar la atención en la tarea a realizar y los objetivos en los que se está trabajando en ese momento, se tomarán decisiones que conseguirán resolver el problema.
Ante una provocación personal, una persona con alta autoestima tendrá una menor probabilidad de responder con ira que una persona con baja autoestima. Este hecho indica que un fortalecimiento de la autoestima también ayudará a evitar respuestas de ira, por lo que se recomienda el entrenamiento en autovaloraciones positivas por parte del paciente, y la generalización de las mismas a través de diversas situaciones.
La persona con habilidades para responder de manera asertiva a la provocación tendrá una menor probabilidad de experimentar ira que aquella persona que fácilmente se deja contraponer a la provocación. Esto implica que el desarrollo de habilidades que le permitan ser competente ante la provocación reducirá la respuesta de ira, esas habilidades pueden ser, por ejemplo, asertivas a la hora de pedir o negar algo, etc. Además, es conocido que este modo de comportamiento favorecerá que no se genere ira desde la propia conducta.
Aprender a utilizar nuestra propia activación como señal de punto de partida para la puesta en marcha de estrategias de afrontamiento no enfrentadas a la provocación incrementará la probabilidad de controlar con efectividad la ira.
La percepción de que comienza a tenerse control sobre una situación en la que ha habido una provocación disminuye la probabilidad de experimentar ira e incrementa la probabilidad de que aparezcan conductas positivas de afrontamiento. La sensación de control favorece percepciones más placenteras, por lo que promover autoinstrucciones en esta dirección ayudará a experimentar en menor medida la ira.
Aprender a identificar la secuencias de provocación en diferentes escenarios y momentos y utilizar autoinstrucciones adecuadas a cada situación facilitará el control de la ira.
Una persona incrementará el número de conductas de afrontamiento que no le enfrentan a la provocación cuánto más eficaz haya sido reduciendo su activación y experiencia de ira y cuántas más situaciones haya resuelto con éxito mediante estas estrategias. El refuerzo de estos éxitos favorecerá la aparición de estas conductas adecuadas de afrontamiento y mejorará la autoestima de la persona.
Aprender a utilizar nuestra propia activación como señal de punto de partida para la puesta en marcha de estrategias de afrontamiento no enfrentadas a la provocación incrementará la probabilidad de controlar con efectividad la ira.
La percepción de que comienza a tenerse control sobre una situación en la que ha habido una provocación disminuye la probabilidad de experimentar ira e incrementa la probabilidad de que aparezcan conductas positivas de afrontamiento. La sensación de control favorece percepciones más placenteras, por lo que promover autoinstrucciones en esta dirección ayudará a experimentar en menor medida la ira.
Aprender a identificar la secuencias de provocación en diferentes escenarios y momentos y utilizar autoinstrucciones adecuadas a cada situación facilitará el control de la ira.
Una persona incrementará el número de conductas de afrontamiento que no le enfrentan a la provocación cuánto más eficaz haya sido reduciendo su activación y experiencia de ira y cuántas más situaciones haya resuelto con éxito mediante estas estrategias. El refuerzo de estos éxitos favorecerá la aparición de estas conductas adecuadas de afrontamiento y mejorará la autoestima de la persona.
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